EL CLUB DESAFÍO AYUDA A LA JUVENTUD HONDUREÑA A DESAFIAR LAS DROGAS Y LAS PANDILLAS

SANTA BÁRBARA, HONDURAS

Eduardo Sabillón es apasionado acerca de llegar a los jóvenes de su país, Honduras, con El Camino a la Felicidad para mantenerlos alejados de un futuro de pandillas y crimen.

Eduardo Sabillón enseña a los jóvenes de Honduras usando los 21 preceptos de El Camino a la Felicidad.

Eduardo Sabillón nació en una pequeña villa del estado de Santa Bárbara, Honduras. Desarrolló una pasión por ayudar a los jóvenes desde muy joven y se convirtió en maestro.

“Honduras tiene más de 800 000 jóvenes llamados ‘ninis’. Ni estudia ni trabaja”, dice Sabillón. Estos jóvenes son reclutados por pandillas, a veces son tan pequeños como de nueve años. Y una vez que están dentro es casi imposible sacarlos.

Después de que un director de la escuela secundaria de Santa Bárbara lo contactara y le dijera que las pandillas estaban vendiendo crack en el pueblo, Sabillón empezó a buscar una manera de llegar a estos jóvenes. “Ahí es cuando se me ocurrió la idea del Club Desafío. Un club para los que desafían”.

Reunió a estudiantes en riesgo de las escuelas secundarias y formó clubes. Pero vio que necesitaba más. “La prevención es genial, pero necesitamos más que eso. Necesitamos algo para restaurar los valores”. Cuando encontró El Camino a la Felicidad, rápidamente se convirtió en una parte permanente del programa.

Tuvo un gran éxito trabajando con los estudiantes y necesitaba poder multiplicar su alcance, por lo que entrenó a maestros. “Así es como empecé a influir en este movimiento y a crear un sentido de consciencia social”.

El Director de Educación de Santa Bárbara se enteró del trabajo de Sabillón y lo quería para todo el estado, haciendo que El Camino a la Felicidad fuera parte de todas las clases de educación cívica escolar. Otros estados se pusieron de acuerdo e implementaron el programa, llegando a más de 600 escuelas en todo el país.

Para llegar a los padres empezó a entregar en la Escuela para Padres. Pronto estaban celebrando seminarios mensuales y los padres aplicaban los preceptos con sus hijos. Pronto los sacerdotes estaban pidiendo El Camino a la Felicidad para los jóvenes de sus iglesias. También recibieron seminarios.

En total, más de 100 000 personas fueron educadas usando El Camino a la Felicidad en Honduras.

¿Pero cómo llega uno a los ninis que corren el mayor riesgo de hacerse parte de las pandillas? Sabillón lanzó un proyecto para crear murales de los preceptos de El Camino a la Felicidad en sus lugares favoritos. Juntando a los ninis, estos no solo ayudarían a crear murales, también limpiarían y mejorarían los lugares.

Sabillón y su equipo trabajaron además con el PNP, Programa Nacional de Prevención, una división del gobierno que trabaja en las “zonas rojas”, lugares donde solo van los militares armados. Pero el PNP se entrenó en El Camino a la Felicidad y repartió folletos en estas comunidades.

“Está ocurriendo un cambio, la gente se siente más segura. La gente tiene mucha esperanza, tiene esperanza de un país mejor. Y están haciendo algo al respecto y están cambiando la situación”. La observación de Sabillón se confirma con una caída del 25 por ciento en la tasa de homicidios del país.

Para saber más acerca del trabajo de Sabillón, ve el documental sobre él en esp.Scientology.tv/ESabillon.